La parábola de las esperanzas
Descubre en dónde se encontró la esperanza
Por Katherine Alvarado
Fondo de inversión, Seguro de vida, Competencia laboral, Apego emocional y Fe cristiana se miraban en la sala de espera del laboratorio, mientras les entregaban los resultados del hisopado. Ninguno usaba mascarilla ni guardaba el distanciamiento social, pues cada uno alegaba ser intocable por el virus.
Fondo de inversión, quien vestía de etiqueta formal, estaba muy relajado, con la pierna cruzada y recostado sobre el brazo. —No hay duda de que todos ustedes darán positivo, ninguno otorga verdadera seguridad, solo yo —alardeaba.
—¿Conque puedes dar verdadera seguridad? —lo cuestionó Apego emocional. ¿Cómo prometes protección si solo ofreces ayuda a quienes están dispuestos a creer que el dinero lo es todo? Además, solo hace falta que la economía se infle o que alguien se declare en quiebra para que te desvanezcas.
Fondo de inversión no pudo evitar hacer un gesto de asombro, pero mantuvo la compostura.
—¿Y tú, qué ofreces? ¿La falsa expectativa de que alguien te protegerá y cuidará aun sabiendo que nadie dura por siempre?
Se carcajeó Competencia laboral —Ya se han destruido mutuamente. Su problema es que ponen su esperanza en algo fuera de ustedes, en cambio yo, les propongo seguridad confiando en sí mismos, en sus capacidades.
—Pero nadie te garantiza que sobrevivirás a tus fracasos —replicó Seguro de vida—, por eso solo yo vendo una confianza verdadera, ¡yo les aseguro la vida!
Todos se desternillaron al mismo tiempo. —¿Seguro de vida? ¡Seguro de muerte! —lo abucheaban.
Mientras todos se burlaban unos de otros, señalando sus múltiples debilidades, alguien preguntó: —¿Y qué de Fe cristiana?
—Fe cristiana ni siquiera ofrece una certeza —dijo Competencia laboral—, ella se llena la boca de que tiene todo cuando no da nada.
—Tenemos los resultados —interrumpió el laboratorista.
—Léalos en voz alta —solicitó vigorizada Fe cristiana—. Que se evidencie quién puede dar una verdadera seguridad y quién ofrece una verdadera esperanza. ¿Quién fue afectado por el virus?
—Seguro de vida, positivo; Fondo de inversión, positivo; Competencia laboral, positivo; Apego emocional; positivo; Fe cristiana, negativo.
Un alboroto se creó en la sala. Después de que todos expresaron su inconformidad y se demostró que los resultados eran correctos, cuestionaron a Fe cristiana: —¿Cómo puedes dar una esperanza verdadera?
—Mi cuidado es firme y atemporal porque se arraiga en alguien seguro: Dios. Aun quien pierde su estabilidad financiera, relacional o personal estará afianzado si su esperanza es Dios mismo —respondió Fe cristiana, con una gran sonrisa y los brazos abiertos.
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