¿Influencer para Cristo?
Descubramos nuestras verdaderas motivaciones
Por Cynthia Ramírez de Rodiles
Todos, sin excepción, somos llamados a dejar nuestras redes y seguir a Jesús. Caminar con Él implica ver el mundo como Él lo ve, pasar tiempo con Él, parecerse cada vez más a Él y finalmente, hacer lo que Él hizo.
Con la pandemia, el significado de seguir a Jesús se ha vuelto aún más complejo. Algunos han continuado en las calles sirviendo, rompiendo esquemas e impactando al mundo de maneras creativas. Otros han estado en casa, orando, estudiando, soñando, llorando, buscando la voluntad de Dios para su siguiente etapa y para lo que nos va a tocar enfrentar como generación. Muchos han estado tratando de sobrevivir, lidiando con depresión, enfermedad y pérdidas incontables.
¿Qué hemos hecho y aprendido este año? ¿Conocemos el plan de Dios para nosotros en estos tiempos?
Sin importar nuestras circunstancias o cómo nos sentimos, Dios está obrando y nos sigue invitando a trabajar con Él. Por otro lado, Satanás también ha estado despierto tratando de robar, destruir nuestro corazón y distorsionar nuestras motivaciones y pensamientos, distrayéndonos de la invitación de Dios a seguirlo a pesar de todo. Pareciera que muchos de sus seguidores hemos convertido esta invitación en algo opcional y lo confundimos con un buffet en el que escogemos lo que se nos antoja.
Recién escuché una pregunta muy desafiante y pertinente para los cristianos de hoy: ¿Estás desempeñando una carrera «cristiana» o un verdadero llamado?
Tuve emociones encontradas al reflexionar en ello, pues he tenido la tentación de convertirme en una «influencer para Cristo», buscando éxito y reconocimiento, aun sabiendo que el verdadero tesoro se encuentra en dejar que Cristo influya en mí.
Me dio remordimiento reconocerlo, pero al mismo tiempo tuve esperanza. Sentí como si una puerta que cerré sin darme cuenta el último año, empezara a abrirse de nuevo.
Sé que no soy la única. Muchos de nosotros, sin querer, hemos desviado los deseos de nuestro corazón para buscar influenciar y ser populares. En el mundo cristiano es fácil desear ser el más famoso, el más relevante, el mejor discípulo, el experto en teología o el misionero más efectivo.
Para nuestra generación, seguirá siendo un gran reto el dejar de controlar nuestro propio branding y lo que queremos que otros vean. Le damos más prioridad a crear nuestra propia carrera «cristiana» con muchos seguidores que a morir a nosotros mismos y seguir a Jesús.
En ocasiones, hacemos cosas que parecen buenas, pero la motivación detrás de esto no está alineada con lo que decimos que es lo más importante. Para descubrir nuestra verdadera motivación podemos hacernos las siguientes preguntas:
¿Estoy buscando solo una carrera «cristiana» o estoy rindiéndome a la voluntad de Dios?
¿Estoy cómodo viviendo solo un cristianismo cultural en vez de ser un verdadero discípulo de Jesús?
¿Estoy construyendo mi propia plataforma o estoy buscando que todos vean a Cristo?
¿Es Jesús mi vida entera o solo lo estoy incluyendo en algunas áreas?
¿Estoy buscando extender el Reino de Dios o mi propio reino?
¿Deseo emprender un gran ministerio? ¿Por qué? ¿Qué me motiva en realidad?
¿Tengo hambre de influenciar a otros o hambre del Espíritu de Dios?
Al reflexionar en preguntas como estas, podremos detectar qué es lo que realmente pretendemos con lo que estamos haciendo. Es de valientes reconocer la raíz de nuestras acciones y ser honestos con nosotros mismos cuando no es tan «santa o pura» como nos gustaría.
La invitación a seguir a Jesús sin condiciones sigue siendo la misma; no nos confundamos. Seamos sabios y hagamos el trabajo de examinar nuestro corazón y confesar las formas en las que aun sirviendo a Cristo, podemos perder de vista el regalo más preciado, que es Jesús mismo.
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