No soy de esas cristianas

Foto por Abigail Eager

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¿Se preocupa Dios solo por las cristianas de «vida perfecta»?

Por H. de D.

Aún recuerdo aquella noche. Puedo, sin temor, admitir que fue la peor de toda mi vida. Estaba en el pasillo de mi casa diciendo: «¿Papá, estas ahí?» Del otro lado, un silencio invadió la habitación. Dos minutos después corrí desesperada a la calle para buscar a mi padre; no lo encontré. Más tarde esa misma noche, al verlo cruzar la puerta, corrí frente a él y un impulso me llevó a meter mi mano en su bolsillo y ahí estaba su muerte asegurada: dos pequeños paquetes de crack. 

Mi mente solo podía pensar: «Dios mío, mi padre se muere frente a mí y yo no puedo hacer nada». Después de un largo y doloroso forcejeo, me encontré en el suelo golpeada y solo podía pensar en odio.

Jamás olvidaré la pelea tan intensa con Dios que yo quería tener. Le gritaba: «Si tú eres real, estás tan ocupado cuidando de esas cristianas de “vida perfecta”, que te has olvidado de mí. Hace años que no miro tu rostro. Sé que eres real porque no encuentro forma de que todo esto a mi alrededor sea tan bello y complejo. Solo sé que eso es reflejo de tu existencia. Rescátame», supliqué de rodillas. 

Durante años mi vida fue mediocre. Iba los domingos a la iglesia, asistía a la escuela y cuidaba de mis calificaciones. Trataba de ser «buena» y mi vida aparentemente era decente. Pero como todo lo que no tiene bases sólidas, se desbordó. Mis padres se divorciaron después de la infidelidad de mi padre, mi madre cayó en depresión, mi hermano se hizo cargo de mí y yo fui dependiente de él. Para mí era mas fácil culpar a mis padres por toda la basura que tenía mi vida que hacerle frente y dedicarme a limpiar. Dejé de ir a la iglesia y solía evadir la realidad haciendo del alcohol mi mejor aliado. 

Mi valor como persona empezó a girar en torno a los demás. Pensaba que, entre más amigos más valiosa, entre más hombres interesados en mí más hermosa, entre más fiestas más interesante. Tristemente, entre más buscaba eso más perdía mi valor en Dios. 

Después de esa noche fatal, pude sentir a Dios por primera vez después de muchos años. Su constante voz invitándome a tener un encuentro con él me cautivó. Recuerdo cómo me hablaba a través de artículos científicos; lo veía en YouTube hablándome de ser valiente; lo contemplaba en películas dándome animo; lo percibía en libros hablándome de escuchar su voz. Para muchos eso era coincidencia, pero para mí era Dios preparando mi camino a su encuentro. 

Después de una semana, mi mejor amiga y única amiga cristiana hasta ese momento, me mandó un mensaje invitándome a JUCUM (Juventud con una Misión). Después de tanto luchar con el miedo, Dios lo logró y me llevó de la mano a encontrarme con él. 

Cuando llegué a ese sitio, me sentía fuera de lugar. Todos adoraban a Dios y yo solo podía pensar: «¿Quién es ese Dios?» Todos a mi alrededor se veían tan felices y yo solo podía pensar, llena de ego, que era evidente que no habían vivido lo que yo. ¡Estaba equivocada!

Al pasar los días, esas personas me ayudaron a darme cuenta que nadie tiene una vida perfecta aun cuando están cerca de Dios. Escuchar sus historias me llevó a querer cambiar como ellos. Día a día el Señor me enseñó a escuchar su voz, a sanar, a vivir y lo más importante, me enseñó a amarlo. Dios me dio identidad de hija y todo mi valor como persona ahora está en mi Dios. Dios me ayudó a hacerle frente a los problemas y por primera vez el ser fuerte y valiente tuvo sentido para mí.  Aún más, me mostró que soy su hija, y aunque tengo problemas, lo tengo a él, el buen Padre. 

Después de siete meses en los que Dios me rodeó de amigos y familia, tuve que regresar a casa, pero antes Dios habló a mi vida de sus propósitos al yo volver. Me enseñó que él sigue siendo Dios aun si las cosas a mi alrededor no mejoran. Me habló sobre la necesidad de arreglar y sanar heridas y no solo las que me causaron sino las que yo también provoqué. 

Volví a ver a mi familia y aunque ellos no han experimentado grandes cambios, mi amor por ellos se perfecciona en Dios. Hoy las cosas en casa son difíciles. No hay comida en el refri, no hay dinero, mi padre no tiene trabajo, yo no tengo trabajo. Mis amigos están lejos, mi madre no sabe nada de lo que pasó con mi padre, pero en medio de todo esto he visto a Dios obrar. No me ha dejado ni de día, ni de noche. Su perfecto amor me cautiva todos los días y aun en el peor de los escenarios él me sigue rescatando. Jamás ha faltado su promesa de ser seguir siendo Dios, mi buen Padre y mi mejor amigo.

¿Has descubierto quién es Dios en tu vida? Se han dicho muchas cosas de Dios, pero es más bello escuchar de la voz de Dios quién es él y quiénes somos en él. Dios es un Dios personal y le interesas tú. Dale una oportunidad.  


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