¿Qué hacer ante la presión de grupo?
7 ideas que te pueden ayudar en momentos difíciles
Por Eva López
El entrenamiento terminó. Estaba muy contenta de haber sido seleccionada para jugar en el equipo de baloncesto de mi colegio. Me encantaba… Había risas y un ambiente muy distendido. De pronto, la capitana del equipo sacó un cigarrillo, lo encendió y con toda naturalidad, después de «saborearlo», se lo ofreció a la persona de su derecha. La cadena continuó, nadie lo rechazó,… y ya me estaba llegando a mí… Nunca había fumado y no formaba parte de mis valores el hacerlo, pero ¿qué debía hacer?
La presión de grupo ha sido una constante en la historia de la humanidad. Este concepto se refiere a la influencia que ejerce sobre nosotros la mayoría, capaz de modificar nuestros pensamientos, sentimientos y conducta. Dicho aún más sencillo, se trata de cuando otras personas intentan influenciarte y te presionan para que tomes una decisión en lugar de otra.
En las etapas de la adolescencia y la juventud esta presión puede manifestarse de diversas formas y afectar desde algunas decisiones de estilo de vida hasta elecciones de amistades o la adopción de modas y tendencias. Cuando estamos con nuestro grupo de amigos, por ejemplo, nos fijamos en las actitudes que adoptan ante las distintas situaciones para confirmar si una conducta es legítima o ilegítima.
Al ir creciendo, también es inevitable que nos enfrentemos con algunas decisiones y elecciones difíciles. Hay algunas que no tienen una única respuesta correcta, pero otras incluyen cuestiones morales importantes y tenemos que estar prevenidos para que estas decisiones no sean tomadas bajo la influencia de la presión de grupo.
Tal vez nos surja la pregunta: ¿por qué las personas se conforman a la mayoría, aún si eso los lleva a ignorar sus propios valores o preferencias personales?
Muchos investigadores han respondido a esta pregunta, buscando posibles razones por las que a menudo resultamos fácilmente influenciables por la mayoría, siendo dos las explicaciones más extendidas.
La primera de ellas es que la gente se conforma por el deseo de ser aceptado. Es socialmente más ventajoso adaptarse a la opinión de la mayoría; el no hacerlo puede ocasionar consecuencias negativas como rechazo social o incomprensión.
Una segunda explicación es que las personas queremos opinar y decir lo correcto. El solo hecho de que muchos opinen algo, es razón para creer que están en lo cierto. En especial, si la persona no está muy segura de sus conocimientos o si se trata de alguien inseguro.
Dos ejemplos bíblicos vienen a mi mente al pensar en este tema.
La historia de Daniel comienza cuando él, junto con varios compañeros, fueron llevados cautivos desde Jerusalén a Babilonia. Allí se enfrentaron a la presión de conformarse a las costumbres y prácticas paganas de la sociedad babilónica.
La primera prueba a la que tuvieron que enfrentarse tuvo como protagonista la comida que el rey babilónico les proporcionaba que no era acorde a las leyes alimentarias judías. Daniel ante esta situación «hizo el propósito de no contaminarse con la porción de la comida del rey» (Daniel 1:8). Solicitó una dieta diferente, a pesar de la presión ejercida por su entorno, y demostró así su compromiso con los principios de su fe.
En su edad adulta también demostró su firmeza en medio de la adversidad, ya que, ante el edicto del rey, en el que prohibía orar a cualquier dios excepto a él mismo, Daniel continuó orando a su Dios, desafiando directamente la presión de grupo impuesta por el gobierno.
Pedro, uno de los discípulos más conocidos de Jesús, también experimentó la presión del grupo. Cuando Jesús fue arrestado y llevado a juicio, él lo siguió hasta la casa del sumo sacerdote. Estando en el patio ante la pregunta sobre su relación con Jesús, negó en tres ocasiones, conocerlo (Lucas 22:54-62). En esta ocasión, Pedro, temiendo por su propia seguridad, cedió a la presión y negó a su Maestro.
Menos mal que la historia de Pedro no termina aquí, como tampoco lo hace la historia de nuestros fracasos. Después de la resurrección de Jesús, Pedro experimentó la restauración personal y espiritual cuando Jesús lo confrontó amorosamente y le dio la oportunidad de expresar su amor y compromiso (Juan 21:15-19).
A modo de tormenta de ideas, pensemos en cómo enfrentar la presión de grupo:
Fomenta un ambiente en el que la diversidad de opiniones y enfoques sea valorada y respetada.
La integridad personal implica la capacidad de resistir la presión del grupo.
Reflexiona sobre tus valores, intereses y metas personales. Este autoconocimiento te servirá como una guía en medio de las influencias externas.
Define límites saludables y aprende a decir «no» cuando algo vaya contra tus valores o prioridades.
Encuentra personas que respeten y valoren tu autenticidad, en lugar de aquellas que solo buscan que te adaptes a sus expectativas.
La vida de Daniel nos enseña la importancia de mantener la fidelidad a los principios de la fe, incluso cuando enfrentamos la presión de conformarnos con las normas de la sociedad que nos rodea.
La experiencia de Pedro nos ofrece una enseñanza valiosa sobre cómo superar la vergüenza si caemos ante la presión del grupo. Su restauración nos da esperanza ante nuestros propios fracasos, ya que el amor y la gracia de Jesús también está a nuestra disposición.
¿Me dejaría vencer por la presión del grupo? ¿Fumaría para ser aceptada? Cuando el cigarrillo llegó a mi lugar decliné la invitación. Hubo a quien no le pareció bien, pero otras compañeras se vieron liberadas para no tener que aceptarlo tampoco. Una pequeña victoria que aún recuerdo después de más de 40 años.
Aprende a poner límites