Un ejemplo de sencillez
Aun cuando dejó India... para vivir en un país de primer mundo... el dinero no lo cambió
Por Esencia
Paul Wilson Brand nació en 1914 en India. Sus padres eran misioneros en esa región. A pronta edad, Brand fue a Inglaterra para estudiar. Asistió a la Universidad de Londres donde se graduó en Medicina, y allí conoció a su esposa Margaret Berry.
Los dos regresaron a Vellore, India, para enseñar en el Colegio Médico Cristiano y Hospital. Allí Brand se interesó en el estudio de la mano, especialmente la enfermedad de Hansen, una infección bacterial común en los leprosos. De hecho, fue el primer cirujano en reconstruir las deformidades provocadas por dicha enfermedad en manos y pies.
Antes se creía que esta enfermedad surgía por la carne en descomposición, pero Brand descubrió que las deformidades eran resultado de la falta de sensibilidad al dolor. Con tratamiento y cuidado las víctimas podían evitar estas deformidades.
De modo interesante, esta revelación hizo que Brand tuviera una nueva visión del dolor.
«Doy gracias a Dios por el dolor. No puedo pensar en un mejor regalo». El dolor protege el cuerpo, cosa que no pasa con los leprosos y por eso pierden dedos sin ni siquiera darse cuenta. Los síntomas por los que luego nos quejamos en realidad son un modo en que el cuerpo está luchando contra la enfermedad. El dolor, para Brand, es mucho mejor que la ausencia de este.
Después de 18 años y más de tres mil cirugías, Brand aceptó una posición en el Sistema de Salud de Estados Unidos en Luisiana, y fue jefe de rehabilitación allí. Después trabajó como profesor y presidente de distintas organizaciones.
A pesar de contar con títulos importantes, Brand, sin embargo, vivía una vida sencilla. Brand, un famoso maestro, honrado por la Reina de Inglaterra, elegido y condecorado, siempre comió con sencillez, por lo general de su propia huerta. Decoró su casa en Estados Unidos sin ostentaciones. Evitaba acumular basura. Amaba la vida campirana.
Aun así, aprendió a usar la tecnología como un medio para mejorar la salud de sus pacientes. Pero insistió en no ganar más de lo que debía, sobre todo en India, donde exigió que le pagaran lo mismo que cualquier médico local.
La Medicina le hizo más consciente de su Señor, y dijo: «En ausencia de cualquier otra prueba, bastaría el pulgar para convencerme de la existencia de Dios».
Brand pasó gran parte de su vida entre los más despreciados de la sociedad: los leprosos. Y allí encontró amor, respeto y gratitud. Aun cuando dejó India y sus carencias para vivir en un país de primer mundo, Brand continuó siendo el mismo. El dinero no lo cambió.
Brand fue una persona sencilla que tomó todo como un regalo de Dios, incluso su inteligencia y su destreza como médico, y compartió sus conocimientos con el mundo.
Al pensar en el sufrimiento, Brand dijo: «Debemos confiar en la bondad de Dios a pesar del sufrimiento y la injusticia, pero al mismo tiempo debemos hacer lo que podamos para aliviar el dolor durante nuestros días en la tierra».
Brand murió en 2003, a los 89 años.
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