Un israelita

Foto por Regina Rodríguez

¡Será nuestro Libertador, nuestro Conquistador, nuestro Mesías!

Por Roberto Waguespack 

Desde que era niño mis padres y abuelitos me inculcaron que en cualquier momento llegaría el Mesías. También los rabinos en la sinagoga decían lo mismo. Hablaban de setenta semanas de siete años, de un sueño que había tenido el profeta Daniel años atrás en Babilonia. La verdad, nunca entendí realmente lo que significaba.

Además siempre citaban al profeta Isaías, donde hablaba de la gloria y el poder del Mesías, de cómo Él iba a librarnos de nuestros enemigos al igual que Moisés había librado a nuestros ancestros de la esclavitud en Egipto. No sé. Isaías vivió hace más de 700 años, ¡siete siglos! Y ahora Dios no le ha dicho nada a ningún profeta de Israel por más de 400 años.

Hace tiempo Alejandro el Grande vino y conquistó nuestra tierra. Luego hace como setenta años llegaron los romanos y nos vencieron y durante los últimos treinta años hemos estado bajo el dominio de un maniático egoísta, el Rey Herodes. Para ser franco, es difícil ver que Dios esté haciendo algo, o que le interese Israel. Aunque por otro lado, en verdad este sería un magnífico tiempo para que viniera el Mesías si las profecías acerca de Él fueran ciertas...

Durante cientos de años nuestro pueblo ha escuchado acerca del Rey que va a venir. Cumplirá todos nuestros anhelos de gozo, de paz y de amor. ¡Y también será nuestro Libertador, nuestro Conquistador, nuestro Mesías!

Luego, por increíble que parezca, Él llegó. Calladamente, casi de manera imperceptible. ¡Sí, Él vino! La gloria de Dios llegó como un bebé, nuestro Rey conquistador, en humildes pañales. El Dios que parecía tan lejano, tan despreocupado por nosotros, de repente está aquí entre nuestro pueblo. ¡Aleluya, Él está aquí! 

Tomado de Una nueva mirada a la Navidad, Milamex Ediciones.


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