¿Qué dice Dios sobre la ansiedad?

Foto por Philip Eager

4 prácticas de la Biblia para combatirla

De Erika de Sawatzky

¿Sabías que Dios entiende nuestra ansiedad? Él nos diseñó y sabe por qué padecemos los síntomas y ataques de ansiedad. Él sabe qué lo provoca y qué podemos hacer para tratarla. Nos dio la inteligencia y el conocimiento para descubrir medicina y terapias que nos pueden ayudar. También nos dejó en la Biblia información fundamental para tratarla. 

¿Sabías que se puede combatir la ansiedad con prácticas espirituales? A la vez, es importante aclarar que tener ansiedad no necesariamente es un problema espiritual. La ansiedad depende de otros factores también.

Si necesitas ayuda, busca un profesional de la salud mental. Hay muchos factores que producen ansiedad y la solución no es simplemente «tener más fe» u «orar y leer más la Biblia». Así que, en este artículo, vamos a tocar el lado espiritual de la ansiedad, dando por hecho que es sólo uno de los aspectos a considerar.

Dios dice, «No temas». Vez tras vez, Dios nos dice: «no estén afanosos», «no se afanen», «no se turbe su corazón» y, muchísimas veces: «no teman». Así nos indica que no debemos preocuparnos.

Pero ¡no sólo nos da el mandato! Al contrario, cuando nos dice que no debemos estar ansiosos (mandato negativo), también nos dice qué sí debemos hacer (mandato positivo). 

Entonces, ¿qué hacer con la ansiedad? 

  1. Reconocer quién es Dios. 

Juan 6:20 «Mas él les dijo: Yo soy; no temáis».

¿Qué significa reconocerle? Como creyentes, Dios es parte de nuestra vida diaria y en esa misma cotidianidad, a veces perdemos de vista la inmensidad y el poder de Dios. Cuando sentimos ansiedad, lo mejor que podemos hacer es tomar un momento para reconocer la realidad de quién es Dios: el Creador, el Todopoderoso, el Omnisciente, el Padre (eterno y nuestro), el Yo Soy en el presente, el pasado y el futuro, el Soberano, al que nunca se le sale nada de control, el Bueno y más. 

¡Este es tu Dios! Y este es el Dios que con ternura te carga en sus hombros, cuando la ansiedad te abruma, que busca protegerte bajo sus alas, que te acompaña en el valle de la sombra de muerte. 

Con razón dice: «Yo Soy. No temas». Meditar en todo lo que Dios es, puede reemplazar los pensamientos de ansiedad, pero aun cuando no te dejen, te permite ver tus ansiedades desde la perspectiva eterna. Aprendes que a pesar de cómo te sientes, la realidad es que no tienes por qué temer o preocuparte. Dios tiene el control. Y Dios es bueno. Y Dios te ama. En el Yo Soy, puedes descansar.

2. Echarle la ansiedad a Dios.

1 Pedro 5:7 «Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros».

Quizás la palabra «echar» te parezca extraña cuando hablamos de la ansiedad. Pero, la ansiedad es como una carga que sientes en los hombros o en el pecho. La única manera de deshacerse de una carga tan pesada es echarla, con un movimiento fuerte y repentino. Podríamos usar la palabra entregar, o dar, o dejar, o aún sacrificar, pero cuando se trata de algo tan pesado, es sólo con muchísimo esfuerzo que lo podemos dejar caer en los brazos de Dios. 

Echamos nuestra carga sobre Él. Un factor (entre muchos) que causa ansiedad es cuando sentimos que no tenemos poder sobre algún aspecto de nuestra vida. Además, la ansiedad misma nos puede hacer sentir que no tenemos el dominio de la circunstancia. Pero, la Biblia nos recuerda que el que tiene todo el control es Dios. Y también, que Él cuida de nosotros. Esta verdad es doblemente positiva porque no sólo nos hace saber que no tenemos el control y por lo tanto tampoco la responsabilidad, sino que, además, la situación está en manos de Alguien Bueno, que cuida de nosotros y busca sólo nuestro bien. Él Buen Dios tiene el control.

Él puede con lo que nos abruma. En oración, podemos acudir a nuestro Padre celestial y echarle nuestra carga de ansiedad. Con gusto la tomará y cuidará de nosotros. 

¡Pero, recordemos no volver a tomar la carga cuando salimos de su presencia! Esta práctica de echar nuestra ansiedad sobre Dios, es una práctica diaria. La ansiedad no se rinde fácilmente. Sigue buscando cargarnos y afligirnos. Así que diario, quizás varias veces al día, tendremos la necesidad de acudir de nuevo al trono de Dios y en oración, echar toda nuestra ansiedad sobre Él.

4. Llevarla cautiva.

2 Corintios 10:5 «derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo».

Cuando los pensamientos de ansiedad invaden tu mente es fácil creer lo que te dicen: «soy una tonta, se van a reír de mí, no puedo más, etc». Pero, estos pensamientos no vienen de ti, sino son la voz de la ansiedad. 

Estos pensamientos no son verdad. Martín Lutero dijo: «No puedes evitar que un pájaro se pare en tu cabeza, pero sí puedes evitar que haga un nido». Se refiere a pensamientos. No puedes evitarlo si la ansiedad te dice, «Mis amigas realmente no me quieren». Pero, sí puedes inmediatamente confrontar y derrotar esa mentira con una verdad que la hará huir: «¡Mis amigas me aman, y además mi familia me ama, y además Dios mismo me ama!».

La única manera de combatir una mentira es con la verdad. «Llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo» es un mandato que nos indica qué hacer con las mentiras de la ansiedad. 

Cristo dijo que la verdad nos hará libres. Confrontar los pensamientos de la ansiedad y llevarlos como prisioneros ante Cristo, que es la Verdad, nos dará libertad. 

En lugar de permitir que la ansiedad nos mantenga como prisioneras de nuestros propios pensamientos, podemos llevarla cautiva ante Cristo y veremos lo insignificante que son sus mentiras a la luz de la Verdad.

Cuando la ansiedad te ataca, llévala cautiva. Lleva tus pensamientos a obedecer a Cristo, Aquel que es la Verdad.

4. Expresar gratitud.

Filipenses 4:6 «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias».

Parece difícil reconciliar los mandatos de Filipenses 4:6, que nos insta: «por nada estén afanosos» y además que debemos orar: «con acción de gracias».

Si estamos llenas de ansiedad, ¿cómo vamos a dar gracias? Pero, recientemente unas investigaciones científicas descubrieron algo impresionante: la ansiedad y la gratitud activan la misma parte del cerebro. ¿Qué significa eso? Que si estás enfocada en la gratitud, tu cerebro literalmente no tiene la capacidad para enfocarse en la ansiedad al mismo tiempo. 

Tu cerebro tiene que elegir una de dos: la ansiedad o la gratitud. ¡Qué sabiduría la de Dios! Él nos diseñó, sabe cómo funciona nuestro cerebro y nos mandó dar gracias en toda circunstancia sabiendo que esto nos ayudaría a luchar en contra de la ansiedad. 

La gratitud desplaza la ansiedad. Y lo mejor de esta estrategia es que es muy sencillo empezar. Cuando sientes que llega la ansiedad, no es difícil encontrar algo para agradecerle a Dios. Puedes agradecerle por algo sencillo, como tener la capacidad de caminar, o de comer, hasta cosas más personales y complejas, como llevarte bien con tu mamá o tener una iglesia que te apoya.

Enfocarte en la gratitud no sólo es un mandato de Dios, es una manera científicamente comprobada de combatir la ansiedad. Entonces, ¡demos gracias a Dios!

Antes de concluir, observemos que en Filipenses 4, los versículos del 6 hasta el 8 hablan sobre cómo debemos manejar los pensamientos. Son de mucha ayuda para controlarlos. 

¿Cómo aplicar las prácticas? 

Encontramos estas cuatro prácticas en la Biblia para combatir la ansiedad, aunque no son las únicas. Habrás notado que no vienen en orden numérico y esto es porque no tienen orden de prioridad. 

Cada práctica ofrece algo diferente. Elige una estrategia, quizás la que te parezca más sencilla, antes de tu siguiente ataque de ansiedad y cuando llegue, practícala. Luego elige otra, para la siguiente vez. Poco a poco, podrás implementar las cuatro.

Cada práctica es un mandato de Dios. Reconocer quién es Dios te da la perspectiva adecuada sobre lo que te está causando ansiedad. Echar tu ansiedad a Dios te libra de esa carga. Tomarla cautiva a la obediencia de Cristo te ayuda a confrontar la mentira con la Verdad. Y expresar gratitud imposibilita el enfoque en la ansiedad. 

Estas estrategias no sólo te permiten preservar en tu salud mental, te acercan a Dios en medio de esta dificultad.


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