Ni antisocial ni aburrida, solo soy introvertida 

Foto por Erick Torres

Estamos habituados a una sociedad de extrovertidos

Por Johanna Ochoa

Vivimos en un mundo de caos y ruido donde todos hablan, pero pocos escuchan y para aquellos que tienen un tono de voz bajo es fácil sentirse excluidos. 

Estamos habituados a una sociedad de extrovertidos y nos hemos adaptado a la manera en la que ellos se relacionan, aprenden, trabajan y conviven. Pero muchas veces las personas no saben cómo acercarse a un introvertido. 

Cuando alguien permanece callado o no interactúa de la manera que otros esperan, entonces vienen las etiquetas: tímido, sangrón, aburrido, antisocial, apático. No nos damos cuenta del efecto que estas palabras pueden causar: «Ella no habla, es medio aburrida», «Él no interactúa con los demás, es muy payaso».

Muchas personas desconocen lo que significa ser introvertido y les es fácil criticar. Pero en realidad, los introvertidos somos como cualquiera, disfrutamos socializar. 

Es solo que mientras las grandes reuniones cargan de energía a los extrovertidos, los introvertidos, después de un tiempo nos agotamos y necesitamos recargar nuestra energía alejados de los demás.

Por otro lado, los introvertidos disfrutamos de estar solos, pero eso no significa que no nos guste convivir con otros. Lo hacemos, pero preferimos estar en lugares más relajados donde no haya tantas personas. 

Sin importar si somos extrovertidos o introvertidos, aprendamos a escuchar a los demás y démonos la oportunidad de conocerlos antes de crearnos prejuicios.

Marquemos una diferencia. Si conocemos a alguien que está luchando con sentirse excluido, en lugar de señalar y pretender que se adapten a nosotros, aprendamos a conocerlos y busquemos hacerlos sentir cómodos. 

Como dice Pablo en Colosenses 3:12 «Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia». Sumemos a sus vidas en lugar de restar.


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