De la obsesión corporal a la esperanza

Foto por Andrea Hernández

¿Cómo transitar este camino?

Por Sheila Hernández

¿Te ha pasado que estás frente al espejo y no te gusta lo que ves? Quizás esto ha ocurrido algunas ocasiones, lo cual es una experiencia común para muchas chicas. Sin embargo, si vuelves cada vez más y más seguido al espejo y ya no te encuentras tranquila, y empiezas a experimentar una preocupación excesiva por defectos percibidos en tu imagen corporal, aunque estos defectos sean mínimos o imperceptibles para los demás, debes detenerte.

Te comparto esta frase que mandé a imprimir en un tamaño considerable, y puse en mi departamento de consulta para ayudar a las chicas que batallan con la condena social y la auto condenación.

¡Precaución!

La imagen en este espejo puede estar distorsionada por las ideas de belleza

construidas por una sociedad dañada.

¡Detente!

Sí. Detente y camina en la vida con mucha precaución pues los estándares de belleza a los que el ser humano se somete todos los días y afectan el progreso de la vida. Jeremy Pierre nos dice que: «La auto condenación siempre está basada en un estándar, y terminas condenando a la persona que eres, según el estándar de quien quieres ser».  

Esto le pasó a Ana. Los mensajes de una sociedad dañada lastimaron su ego a muy temprana edad, por parte de personas externas a sus padres, y su escucha se acopló a lo que los demás querían y necesitaban. Buscó complacer a los demás y su frustración se manifestó de diversas formas, entre ellas, el auto-daño y un perfeccionismo laboral.

A muy temprana edad empezó a experimentar alteraciones en su percepción de imagen corporal y desarrolló un Trastorno dismórfico corporal (TDC) que va más allá de simples inseguridades. Este trastorno puede ser comórbido, lo que significa que puede coexistir con otros trastornos mentales o médicos; por ejemplo, trastornos de ansiedad, trastornos de conducta alimentaria y depresión. 

¿Cuándo saber si esta inseguridad es normal y pasajera, o se ha convertido en una obsesión o trastorno? 

La palabra trastorno, que viene del latín “trans” (al otro lado) y el verbo “tornare” (girar) etimológicamente significa: Un cambio de dirección que afecta el funcionamiento normal de algo en diferentes áreas.

Un trastorno afecta la relación contigo misma, (auto-daño), tus relaciones familiares, tus relaciones escolares (aislamiento), tu rendimiento académico (compensas y buscas sobresalir, te comparas fácilmente), tu relación con Dios, (te alejas) y tu relación con amigas (te vuelves muy crítica).

¿Cómo se manifiesta el trastorno dismórfico corporal TDC?

  1. Te preocupas por uno o más defectos o imperfecciones percibidas en el aspecto físico que no son observables.

  2. En algún momento realizas comportamientos repetitivos como mirarte en el espejo o compararte con otros, como respuesta a tu preocupación.  

  3. La preocupación causa malestar clínicamente significativo o deterioro social

Este trastorno es más común de lo que pensamos. ¿Sabías que 7 de cada 10 mujeres se sienten insatisfechas con su imagen corporal? Tanto chicas como chicos lo sufren, por cierto, pero quizá de distintas maneras. A las chicas les importa más el color de piel, la forma de la cara, la nariz, el cabello, la delgadez y la sonrisa. A los chicos les interesa más la estatura, lo ancho de su espalda, el peinado y su voz. De hecho, la edad más frecuente de la aparición de este trastorno está entre los 12 y 13 años.

Algunas personas están en mayor riesgo, como las que han sufrido abandono y abuso durante la infancia, o presión social y familiar para destacar, o la comparación excesiva con hermanos, o las experiencias negativas como las críticas constantes relacionadas con el físico. También hay riesgo si tienes familiares con ansiedad o padecen alteraciones en el funcionamiento del cerebro y neurotransmisores.

Sin embargo, hoy existe un factor de riesgo muy grande: las redes sociales que promueven estándares de belleza poco realistas. El fenómeno selfies se volvió prominente en redes sociales como Instagram, Tik Tok, Facebook, Snapchat y BeReal, y fomenta la expresión individualista y la autopromoción de la identidad personal, y altera la autopercepción para sostener una imagen hegemónica (ideales de belleza predominantes en una sociedad).

A veces, las cosas más sencillas como que no te eligieron primero al equipo, o no ganaste el concurso de declamación, o el pastor no te invitó a la fiesta de su hijo, te hacen pensar que es por tu culpa: «No soy bonita. No soy importante».

Tim Keller, en su libro La libertad del autoolvido habla acerca del ego humano el cual se encuentra vacío, dolido, ocupado y frágil. Por tanto, buscamos llenarlo de todo menos de Dios. ¿Cómo entonces cuidarnos frente al espejo?

Mediante las relaciones sociales reales, no virtuales, que funcionan como escudos que protegen y ayudan a enfrentar las situaciones de sufrimiento, y estrés, reduciendo sus efectos negativos.

Por lo tanto: 

  • Sé parte de una familia. Escucha, acompaña, obedece. Los límites firmes y claros te ayudarán a madurar. 

  • Sé parte de una comunidad de fe que se interese por sus miembros. Y recuerda que tú también debes dar de ti. 

  • Desarrolla fuertes creencias religiosas, pues proveen un sentido de pertenencia, lo cual es muy necesario y benéfico

  • Trabaja en tu autopercepción. 

¿Cómo hacerlo? Quizá creciste escuchando que eres fea o tonta. O tú así lo interpretaste. Deja entonces esas mentiras a un lado y escucha la verdad. El Señor Jesús oró, y dijo: «Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad» (Juan 17:17). La palabra de Dios renueva el entendimiento y te lleva a olvidarte de ti, y a pensar menos en ti.

Pero, quizá te digas: «Perfecto. Quiero cambiar. Ya no quiero tener una obsesión con mi apariencia. ¿Cómo lo hago?».

Te comparto algunas ideas: 

  1. Hazlo en comunidad. Busca ayuda y rinde cuentas; platica con tu hermana mayor, una prima madura, tu mamá, o un consejero en la iglesia. 

  2. Sé intencional. Cada día, aunque no tengas ganas, lee un poquito la Biblia y lucha contra los deseos de pensar en tu cuerpo. 

  3. Ten paciencia. Es un proceso lento, tan lento que puede llegar a ser frustrante para quien lo provee y quien lo recibe, porque el cambio de mente no es fácil.

  4. Recuérdale a los adultos en tu vida, que no es que no quieras cambiar, sino que a veces no sabes cómo hacerlo. Pídeles también su paciencia. 

  5. Fomenta el auto-olvido. ¿Cómo hacerlo? El cerebro no sabe olvidar, pero sí sabe sustituir. Pon mayor observación a tus pensamientos y de manera voluntaria e intencional piensa menos en ti y más en los demás. 

  6. Sé humilde. Deja que Dios trabaje en ti. 

Jeremy Pierre, consejero bíblico, nos dice: «Fuimos hechos para percibirnos a nosotros mismos de la manera en como Dios nos percibe».

En Deuteronomio 6:4,5 Moisés le habla a una generación joven: Oye, Israel: Jehová nuestro Dios Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.

Moisés le habló a una nueva generación que debía vaciar sus mentes de todo el amor hacia sí mismos, y desocupar su corazón lleno de egolatría e idolatría; debían tener cuidado de no olvidarse del cuidado que Dios había provisto hasta hoy para ellos. Estaban a punto de poseer la tierra de Canaán expuestos a dioses como Moloc, Asera, Baal etc. Si su amor no se dirigía a Dios, fácilmente se contaminarían. Lo que, tristemente, sucedió. 

Tú, en cierto modo, también estás expuesta a otros dioses (el dinero, la fama, una idea de belleza distorsionada, la moralidad religiosa, la productividad). Tu amor o tu falta de amor a Dios determinará la manera en que te auto-percibas y te relaciones. Hay esperanza. Busca ayuda y busca a Dios.  

Y recuerda siempre amar a tu Dios con todo lo que piensas, con todo lo que eres y con todo lo que vales.


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